lunes, 18 de abril de 2011

Informe Sirval. "El Asesinato de Luis de Sirval"

Desde nuestra Onda Roja emitimos un espacio dedicado a investigar y a poner negro sobre blanco los crímenes cometidos contra el proletariado español.


La denominación del espacio toma su nombre del pseudónimo utilizado por el periodista valenciano Luis Higón Rosell, asesinado de forma alevosa en una comisaría de Oviedo cuando investigaba para el diario “La Libertad” los asesinatos cometidos por el ejército español contra el movimiento revolucionario asturiano.


En memoria de Luis de Sirval comienza esta serie de episodios en los que se pone de manifiesto la cobardía de los perros de la burguesía y el heroísmo de nuestra clase obrera.
Y que mejor homenaje que continuar con la labor periodística que inició Luis de Sirval, por eso hoy contaremos este negro episodio, uno de los tantos en que los poderosos se bañaron con la sangre de los trabajadores.




Madrid, 5 de Octubre de 1934, la Alianza Obrera de Asturias ha declarado la Huelga General Revolucionaria. Las redacciones de los diarios de toda España abren sus ediciones con noticias del movimiento revolucionario en Asturias.

La mayoría de las publicaciones de la prensa obrera llevan tiempo suspendidas entre ellas las pertenecientes al PCE, como Mundo Obrero o La Tierra, pero no sólo ellas las socialistas Claridad o El Socialista o las libertarias como Tierra y Libertad, incluso los periódicos republicanos mas moderados están suspendidos, solo los periódicos de la reacción pueden sacar durante los días de la revolución sus ejemplares a la calle.
El proletariado asturiano al grito de UHP, se alzaba contra el Gobierno de la República proclamando el inicio de la Comuna. A la mañana siguiente de la declaración de la Huelga General los comités revolucionarios han construido el nuevo poder en la mayoría de los conceyos de las cuencas mineras, han detenido a las autoridades y han asaltado los cuarteles de la Guardia Civil. El Consejo Revolucionario de Asturias que representa a los tres principales grupos que forman la alianza obrera; socialistas, anarcosindicalistas y comunistas y  a cuya cabeza esta el dirigente ugetista del sindicalismo asturiano Ramón González Peña, decide el avance hacia la capital de la región.
Las fábricas de armas, como las de Trubia, Mieres, o La Vega, caen en manos de los mineros, abasteciendo, aunque de forma insuficiente, a las columnas que marchan a Oviedo y a los comités revolucionarios que mantendrán la comuna durante casi dos semanas.
En Madrid, el ministro de la Guerra, el Radical Diego Hidalgo, coloca al frente al frente de la represión del movimiento insurreccional al General López Ochoa, al comandante de la Guardia Civil Lisardo Doval, apodado el carnicero de Asturias que tendría que exiliarse tras demostrarse que bajo su responsabilidad se practicaron miles de torturas y asesinatos sobre la población de Asturias.
Hidalgo a pesar de tomar la decisión de colocar a López Ochoa al frente de la represión, más influido por su jefe de Partido, Alejandro Lerroux, que por convicción propia y que hace desconfiar al ministro, dado su conocida pertenencia a la masonería, se entrevista con los generales Franco y Goded, quienes le recomiendan que envíe a los cuerpos coloniales. Al día siguiente son movilizados los regulares  y el Tercio al mando del Teniente Coronel Yagüe.
Mientras, tres columnas de milicianos rojos, una proveniente de Trubia, otra de Mieres y otra de La Felguera y Sama de LLangreu atacan Oviedo.
El contingente militar cuenta con 18000 efectivos al mando de Lopez Ochoa, que avanza hacia Oviedo desde Galicia, tras conquistar Grado y Pravia, a ésta hay que sumar la columna que desde el Este manada Solchaga a la que desde el Sur manda Bosch-Balmes y el ataque desde el Norte gracias al  desembarco de las cabilas mercenarias que el día 9 ocupan los puertos de Candás, Avilés y Gijón, cuyas poblaciones quedan controladas al día siguiente siendo pasados por las armas los insurrectos. En la noche de ese mismo día son bombardeadas por la aviación gubernamental poblaciones centrales de la cuenca minera del Nalón como Mieres.
En la capital asturiana los revolucionarios han conquistado la mayoría de edificios importantes, como el cuartel de Carabineros, la comandancia de la Guardia Civil, a falta de conquistar el edificio gubernamental defendido por el Cuerpo de Asalto, vuelan la catedral de la vetusta ciudad, la Biblioteca de la Universidad o el Banco Asturiano símbolos del viejo y anquilosado poder burgués.
Pero desafortunadamente a los ocho mil revolucionarios a los que les sobra entrega a la causa, solamente cuentan con los pocos pertrechos traídos de las fábricas de Trubia o Mieres, la abundante dinamita que poseen no será suficiente para hacer frente a las tropas gubernamentales que han defendido algunos edificios en la capital asturiana.
Mientras en Oviedo los combates prosiguen, en el interior el avance de las tropas africanas va tiñendo de sangre proletaria el verde suelo de Asturias.
Sería durante los estertores de la revolución cuando encontró la muerte Luis de Sirval, mientras era testigo de la defensa de las últimas plazas que controladas por el comité revolucionario como la Iglesia de San Pedro de Los Arcos de Oviedo. Una de las últimas informaciones de las que sería testigo  Luis de Sirval iba a ser el asesinato, de nuestra Rosa Roja, Aída de la Fuente.
Es más que probable que el ser testigo de aquel crimen fuese lo que le costase la vida. Sus últimas notas tomadas a lápiz en una cuartilla decían lo siguiente: ''Daída Peña (probablemente por el segundo apellido de Aida: Penaos), 16 años, la fusiló el Teniente Dimitri Ivan Ivanov.
Iglesia de San Pedro.
Fusilaron 7 en seguida.'
El Asesinato de Aída de la Fuente y de los seis milicianos, presenciado por el joven periodista, parece a todas luces el motivo de la vendetta. Desconocemos, dado que no hay ninguna fuente que así lo diga, cual fue el motivo de su detención. La única información disponible, es el informe que el diputado leonés, Félix Gordón Ordás, miembro en aquel momento del todavía existente Partido radical Socialista que lideraba Marcelino Domingo, y en el cual decía lo siguiente: El día 27 de octubre, a las cuatro de la tarde, entraron en tropel en los calabozos de la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Oviedo tres oficiales del Tercio diciendo que buscaban a un individuo. Llegaron en sus pesquisas a un calabozo oscuro y sin cama, que daba al pasillo; allí estaba Sirval. Uno de los oficiales, el mismo que después le mató, dijo: “Tú ¿quién eres?” Y él contestó: “Soy un periodista.” El oficial replicó: “¿Tú periodista? Tú eres un asesino y ya no vas a matar a nadie más.”, Sirval exclamó emocionado: “Me confunden, me confunden; yo soy inocente.” No hubo ninguna respuesta. Entre los tres sacaron a Sirval al patio a empellones y sin mediar otras palabras se dispararon allí sobre Sirval hasta siete u ocho tiros, y tras un intervalo de segundos, un tiro más. ¿El de gracia?

Después de matarlo, y no antes, el mismo oficial que asesinó a este ilustre periodista destrozó a machetazos un maletín de cuero que Sirval llevaba consigo, y de él sacó un libro y unos papeles, diciendo: “Aquí, aquí está la relación de las personas a quienes éste iba a matar.” Una vez realizada la hazaña se iban los tres oficiales del Tercio; pero uno de los policías de guardia, al parecer un cabo, les dijo que a él se le había entregado un preso y allí quedaba un cadáver, y que él no se hacía responsable. No sé lo que pasaría después; probablemente le dejarían hecho algún informe.

Al día siguiente, al mediodía, se llevaron el cadáver, que antes había sido visitado por varias personas. Estuvo muerto Sirval en el patio y tapado con unas tablas su cadáver durante veinte horas. Desde algunas casas próximas se vio lo ocurrido y de ellas salieron gritos de horror. Antes de asesinarlo se había registrado su habitación en la casa en que estaba hospedado. ¿Cuál fue el motivo de este asesinato? Hay cinco testigos, los nombres de los cuales obran en mi poder.”
Aquel oficial del Tercio que descerrajó aquellos seis tiros sobre Luis de Sirval, era Dimitri Ivan Ivanov, el mismo que había asesinado vilmente a la revolucionaria asturiana Aída de la Fuente y que mandaba el pelotón encargado de fusilar a los otros seis mozos comunistas que defendían junto a la Rosa Roja, Aída de la Fuente  la posición de San Pedro de los Arcos.
El asesinato de Luis de Sirval, se producía según los datos que disponemos en la tarde del 14 de Octubre, cuando fueron aplastados los últimos de la resistencia obrera en la capital asturiana   
Tras la conquista de Oviedo por el cuerpo de infantería al mando de General López Ochoa la revolución queda dañada seriamente desapareciendo los focos rebeldes de las zonas urbanas quedando relegada a los pequeños pueblos de las cuencas mineras del Nalón y del Caudal.
Tras los últimos combates la capitulación es pactada entre el socialista Belarmino Tomás, representante del Consejo y el General López Ochoa la noche del día 15 de Octubre.
                                               
La contundencia criminal del gobierno radical-cedista conmueve a la opinión pública dentro y fuera de España, las instantáneas aparecidas en los distintos periódicos hacen que el presidente del consejo de ministros, Alejandro Lerroux, se vea obligado a abrir una comisión parlamentaria que investigue lo ocurrido en Asturias, en la que estarán presentes importantes juristas progresistas como Clara Campoamor o el Socialista Fernando de Los Ríos. Mientras, en los círculos obreros de toda España se clama venganza contra los canallas que asesinado vilmente a casi 3000 obreros y han encarcelado y torturado a casi 5000.
El periodista anarquista Eduardo de Guzmán, que en aquel momento es compañero de Luis de Sirval en la redacción de la Libertad, escribía esto en una crónica fechada el día 17 y que no vería la luz hasta unos meses después, tras restablecerse las garantías constitucionales, “El aspecto que ofrece Oviedo es el de un territorio colonial, en el cual los moros y los legionarios ríen y hacen bromas, junto a los cadáveres obreros que muestran la poca vergüenza de este Gobierno, que ha machacado polaca y moralmente lo que supuso para el pueblo español el 14 de Abril de 1931”
MUSICA-
El cuerpo de Luis de Sirval, no pudo ser recuperado por su familia hasta un tiempo después, gracias a la intervención del diputado Ortega y Gasset al  que el padre del `periodista había escrito una carta implorando su ayuda para poder dar sepultura.
La investigación judicial inculpó a Dimitri I Ivanov y a otros dos oficiales del Tercio del asesinato de Sirval, el día 6 de Agosto de 1935 en la Audiencia provincial de Oviedo, comienza la vista, que terminaría con un Consejo de Guerra para los tres acusados siendo condenado el mercenario búlgaro por homicidio y los otros dos absueltos de él. Al parecer el asesino de Luis de Sirval fue liberado de la cárcel de Salamanca al comenzar el levantamiento y que murió en Marruecos en el año 1956, aunque no podemos certificarlo.
Pero lo cierto es que el nombre de Luis de Sirval, fue y será un símbolo de nuestra historia, dando nombre a células del Socorro Rojo, a cuadros del Teatro Popular Proletario de la misma organización y a ser citado durante todo el proceso de la revolución española y de la resistencia del pueblo ante el fascismo, a casi 77 años de lo ocurrido este nombre resplandece en la Historia de la memoria antifascista de nuestro pueblo, ¡Luis de Sirval, siempre entre nosotros!

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